Cuatro y treinta de la tarde. Anjali sentada en su recámara entre fotos y mensajes comenzó a recordar.
Fue en enero que lo conoció, mas no le dio importancia. Los días eran rápidos y casi agonizantes a veces.
Su atención estaba en otras cosas que ella decía ser de mayor importancia como la familia y los estudios, además de las responsabilidades consigo y los demás.
Su única motivación para levantarse cada día y sucumbir a los gritos de mamá, que cada día la desalentaba de seguir, eran sus sueños de ser una profesional. Una buena profesional.
Dentro de aquel nuevo mundo de la universidad ella observaba muchas cosas entre la superficialidad de algunos, lo estrictos que pueden ser al punto de casi casi ir desapareciendo su humanidad similares a un robot y predominaba la soberbia en otros. Entre ese cúmulo de personajes nuevos para su memoria, también conoció a personas trabajadoras, entusiastas y de mucho talento. Se sentía fortalecida cuando encontraba mayor similitud con sus compañeros.
Todo iba bien hasta que en uno de esos días lluviosos que vino corriendo a clase lo encontró sentado en su lugar y le pidió amablemente que se retirara, pero éste se quedó mirándola por minutos sin decir nada. Pensó que era tímido o algo parecido y cuando se iba a retirar a tomar otro sitio. Él le cedió el suyo sonriendo.
Durante el transcurso de su formación él la miraba como retándola y ella siempre lo eludía, pues creyó que era uno más de los tantos molestosos que había.
Por cuestiones de trabajo éste se infiltró en el grupo de Anjali. Ella se hubiera negado o evitado por los hechos que tenía como precedentes, pero él inteligentemente aprovechó su ausencia (un día que faltó) para inmiscuirse y ya en la reunión de acuerdo laboral le hizo frente haciéndole reconocer que a ella no le agradaba su presencia. Ella no lo negó, pero tan pronto terminó de afirmarlo éste se hizo víctima consiguiendo el apoyo del grupo en general y quedó como la villana.
Por cuestiones de trabajo éste se infiltró en el grupo de Anjali. Ella se hubiera negado o evitado por los hechos que tenía como precedentes, pero él inteligentemente aprovechó su ausencia (un día que faltó) para inmiscuirse y ya en la reunión de acuerdo laboral le hizo frente haciéndole reconocer que a ella no le agradaba su presencia. Ella no lo negó, pero tan pronto terminó de afirmarlo éste se hizo víctima consiguiendo el apoyo del grupo en general y quedó como la villana.
Toda la tarde se quedó pensando si habría sido injusta o mala, junto estaban otros amigos que reforzaban su hipótesis de haberlo sido. Entonces decidió romper el hielo y darle la oportunidad de tratarlo por lo menos. Ese día cambiaron las cosas, pues no imaginó que de ser el extraño irritable pasó a ser el compañero y casi sin notarlo en el amigo que la motivaría a seguir a pesar de las dificultades.
Ambos parecían tener muchos puntos en común y de gran importancia para ambos y eso los unía más.
No se sabe quién exactamente lo manifestó primero, pero fue él quien lo reconoció a voces y sin temor. Ella creía que se había equivocado y cada día no se arrepentía de haberle dado quiebre a su frialdad o como él llamaba su seriedad. Los días eran alegres y cada conversación más interesante que la última, vivieron cosas inusuales, fueron testigos de eventos significativos para su vida profesional, tocaron temas personales.
No se sabe quién exactamente lo manifestó primero, pero fue él quien lo reconoció a voces y sin temor. Ella creía que se había equivocado y cada día no se arrepentía de haberle dado quiebre a su frialdad o como él llamaba su seriedad. Los días eran alegres y cada conversación más interesante que la última, vivieron cosas inusuales, fueron testigos de eventos significativos para su vida profesional, tocaron temas personales.
Ambos tenían miedo de salir heridos. Ella lo manifestaba en su timidez, a veces huía de encontrársele o conversar, y en otras él se lo decía a modo de desconfianza. No fue necesario intimar demasiado para darse cuenta Anjali de que algo le iba sucediendo a ella que quizá a él no. Lo sentía cada vez más cerca y constante en sus pensamientos y en cada toma de decisión pensaba antes en él como consejero.
Él era inteligente, misterioso, comprensivo, despistado y tontín para el tema de relaciones amorosas. Su nombre era Esteban. Era bien parecido, pero lo que le cautivaba a Anjali eran sus pensamientos y la forma como sonaba su voz mientras él leía en clase. Eso fue lo que le gustó de inmediato a ella, pero él jamás lo supo.
Anjalí terminaba de recordar esa escena cuando alguien tocó la puerta y ella entre sollozos dice: “Pase, estoy lista”
Un hombre serio, alto y distinguido la toma del brazo y la lleva afuera. En el pupitre quedaron unas frases “Esto es de… ” Y en otro papel decía “Para: Fe ciega. Asunto: Boda”.
Bajo la puerta,un sobre dorado con la nota encima que mostraba: "No asistiré,que seas feliz."
Bajo la puerta,un sobre dorado con la nota encima que mostraba: "No asistiré,que seas feliz."
A veces se espera a que sea tarde para tomar decisiones importantes en la vida,pero cuando algo no es claro es mejor dejarlo ir. Todo cae por su propio peso.