Dime, ¿Qué harás hoy?
Le besarás en la frente, acariciarás su vientre apenas amanezca,
le dirás que te sientes orgulloso de que haya sido ella y no otra,
porque ¡Qué otra mujer más virtuosa puede existir.!
Le tomarás de las manos, observarás cada línea sobre ellas y mientras compares su tamaño, palma a palma, contendrás su mirada con esos pequeños y rasgados ojos que antes me miraron tiernamente.
Resaltarás que esas manos son el bálsamo que necesitas al final del día, pues toda herida desaparece si te tocan. Ella te creerá probablemente.
Por la tarde le llevarás flores, rosas rojas, las rosadas las tienes reservadas todavía.
Te ofrecerás a llevarle a almorzar al mejor lugar, pues no te atreverás a cocinar, no por ellos.
Y llegada la noche, ¿Qué harás nuevo papá?,
retornarás de la casa de tus padres a lo que ahora simboliza tu hogar,
uno donde has sido puesto por el destino.
¿Olvidarás la amargura de ese veredicto?
Cuando la última canción suene,
cuando las voces se ahoguen en sueño,
cuando ya no haya regalos por abrir ni mentes que sorprender con tus certeras adulaciones,
cuando lo único que suene sea el pasar de la manijas del reloj y reconozcas los latidos de tu corazón, sólo entonces pensarás en mí y, recordarás también que aquí no hay soledad.
En estas paredes de colores vivos si hay vida es bendición, no maldición.
Aquí, mi estimado ex amor mío, crece cada día un motivo de esperanza hacia la felicidad.
Aquella que no ata, no presiona, no es forzada y que reposa en la verdad cada hora del día y de la noche.
Quédate tranquilo, lo que no hiciste tú, lo haré yo, seré lo que él o ella necesite.
Para cuando vuelvas la mirada hacia atrás notarás que nada falta y que tu ausencia no hizo mella en una vida honesta.
Ya son las doce despidiéndose, nosotros dormiremos, tú estarás despierto como todas las madrugadas. Esperarás mi llamada o mis mensajes. No llegarán ahora amor ajeno.
Duerme, duerme y recuerda que accedí a tu sacrificio de vivir con ella sin amor, no por ti ni por ella misma, sino por ese angelito que ingenuamente se instauró en nuestras vidas.
Le besarás en la frente, acariciarás su vientre apenas amanezca,
le dirás que te sientes orgulloso de que haya sido ella y no otra,
porque ¡Qué otra mujer más virtuosa puede existir.!
Le tomarás de las manos, observarás cada línea sobre ellas y mientras compares su tamaño, palma a palma, contendrás su mirada con esos pequeños y rasgados ojos que antes me miraron tiernamente.
Resaltarás que esas manos son el bálsamo que necesitas al final del día, pues toda herida desaparece si te tocan. Ella te creerá probablemente.
Por la tarde le llevarás flores, rosas rojas, las rosadas las tienes reservadas todavía.
Te ofrecerás a llevarle a almorzar al mejor lugar, pues no te atreverás a cocinar, no por ellos.
Y llegada la noche, ¿Qué harás nuevo papá?,
retornarás de la casa de tus padres a lo que ahora simboliza tu hogar,
uno donde has sido puesto por el destino.
¿Olvidarás la amargura de ese veredicto?
Cuando la última canción suene,
cuando las voces se ahoguen en sueño,
cuando ya no haya regalos por abrir ni mentes que sorprender con tus certeras adulaciones,
cuando lo único que suene sea el pasar de la manijas del reloj y reconozcas los latidos de tu corazón, sólo entonces pensarás en mí y, recordarás también que aquí no hay soledad.
En estas paredes de colores vivos si hay vida es bendición, no maldición.
Aquí, mi estimado ex amor mío, crece cada día un motivo de esperanza hacia la felicidad.
Aquella que no ata, no presiona, no es forzada y que reposa en la verdad cada hora del día y de la noche.
Quédate tranquilo, lo que no hiciste tú, lo haré yo, seré lo que él o ella necesite.
Para cuando vuelvas la mirada hacia atrás notarás que nada falta y que tu ausencia no hizo mella en una vida honesta.
Ya son las doce despidiéndose, nosotros dormiremos, tú estarás despierto como todas las madrugadas. Esperarás mi llamada o mis mensajes. No llegarán ahora amor ajeno.
Duerme, duerme y recuerda que accedí a tu sacrificio de vivir con ella sin amor, no por ti ni por ella misma, sino por ese angelito que ingenuamente se instauró en nuestras vidas.
