Entre el desorden se es difícil pensar y poner en orden tus ideas. ¿Qué sucede? Si te pones a observar cada objeto tirado, piensas que tu vida es igual de desordenada y la única manera de organizarla es ordenando aquel desorden; que es palpable a tus manos y a tus ojos es un caos (que quisieras no ver), a tus oídos aquel desorden es indiferente, a tus pies es un impedimento a cada paso que quisieras dar, simplemente una analogía de que tu vida está mal llevada, mal dirigida y tu conciencia lo sabe. Debes cambiar. Debes cambiar porque así como estás no te sientes bien y aunque te resulte difícil reconocer que no eres feliz te niegas a aceptar que aquel desorden físico es un desorden de tu “Yo”, de ti misma o mismo.
Sientes que te embauca la flojera, mientras un sentimiento de tristeza te atrae a caer en depresión frente a aquel desorden. Tu mente se aísla en reconocer que no eres nada para el mundo, pues de hecho el seguiría su rumbo así no estés. Sólo los genios provocan desolación y tristeza en algunos seres sensibles a la vida. Es imprescindible cada paso que se da en medio del desorden.
Tus ideas están a flote total, sin embargo no sabes cómo decírselo. Permaneces muda(o) mirando fijamente a los ojos a las personas y cuando te preguntan si eres feliz, pronuncias todo aquello que tienes, olvidándote de la pregunta. ¿En realidad quién es feliz? Nadie. Si hay personas felices no se descubrirá en una fiesta o en un parlamento político.La felicidad está en poner orden en tu vida y transparencia en lo que piensas,dices, haces; y ello tú lo sabes y es así que te niegas a reconocer que no eres feliz.
Aquel desorden de objetos te ha ido arrastrando a una caída sin fondo. Una caída que se nota en tu mirada tan melancólica, tan triste y vaga para algunos, tan vacía para otros. En tus respuestas tardías, en tus frases hirientes. No está en orden tus ideas porque tus objetos no se encuentran en orden, porque tú preferiste ignorar ese desorden. Hiciste caso a tus oídos y dejaste que lo palpable se engañe y lo dejaste pendiente.Pendiente hasta próximo aviso.
De pronto despiertas y te hallas llorando y muy cansado, siendo solitario, sin ningún pasatiempo frente a un gran muro que tienes que ordenar.
”No es tarde aún” te dice la página de un libro santo y tienes en tu agenda citas que si quieres ordenar tu vida tendrás que cancelar y aprender a decir “NO”. No es difícil, sin embargo no era lo que querías.Tomas un poco de aire y empiezas a trabajar en ello.
Entonces llamas a tus amigos para excusarte con cualquier dicho para justificar que no asistirás. La realidad es que ya llegó el momento de ponerle orden a tu vida, pero lo piensas y te das cuenta que no sabes cómo hacerlo y es ahí cuando ves a tu alrededor (casi todo bien).Miras al fondo y está aquella ruma de libros y recuerdos pendientes que dejaste a próxima fecha sin resolver. Los juntaste todo y te preguntas ¿Qué habrá ahí?
Ha pasado tanto tiempo que no recuerdas que habrá en aquel rincón.Vas abriendo cada hoja del libro y resulta que es tu diario que hace 3 años aproximadamente no escribes, que cada frase son sellos resumidos de tu grandiosa vida. Un día en tu vida sólo resultó unas cinco líneas que describen tu forma de vivir, tus emociones no se ven y tienes curiosidad de saber ¿Qué más pasó? Buscas aquella página siguiente y no hay nada. No existió porque no te diste tiempo a ti, a tu viejo amigo diario.
Viviste tu vida tan rápida y acelerada como aquel desorden de tu habitación.
Dormías hasta casi mediodía y no podías escribirle. No te preocupes es comprensible. La juventud es pasajera y pues hay que “vivirla” ¿No? Sí, esa es la frase en desuso a estas alturas, aquella frase que te atraía a cometer acciones dignas de no contarlas o compartirlas con ese ser importante: Tu amigo interior, tú mismo.
Miles vieron tu gran obra, tu actuación, tu talento y aunque hoy no piden tu autógrafo, ya sabes que te han de recordar. Miras tus manos y ya no son las mismas. Miles de líneas marcadas visibles o no, sabes que están ahí.
Quieres pararte y no puedes. La espalda te duele. Frente a ti ya no hay desorden.Hay un espejo que te refleja ya cansado, agotado, con lágrimas que se secan en tu rostro y tus labios deshidratados, tus cosas desaparecieron. Todo el desorden desaparece y miras por la ventana y no hay nadie abajo ni afuera. Sólo estás tú.
Vuelves a mirarte al espejo y ya tienes 72 años de edad pero pareces de más, te limpias los ojos creyendo que es un juego imaginario que el cansancio provocó pues minutos antes eras joven.
Llevas el peso en tu espalda de tu mejor actuación en tu vida “Tu juventud” sientes el peso de tus resacas los domingos, de tus pies de tanto bailar y saltar, el dolor de tus pulmones por el trago y los cigarros ingeridos. Te ves y no puedes creerlo y gritas: ¡AÚN SOY YO, AÚN SOY JOVEN! para que la pesadilla termine (antes funcionaba gritar) para que abras los ojos y veas que todo es igual cuando eras un joven, una señorita; digamos cuando estabas a flor de loto.
Sabes que el loto es penetrante así como tu energía en aquel entonces y quieres volver a hacerlo, más no sé puede, todo se va cayendo. El último en caer es aquel espejo. Aquel cristal en el cuál podías verte. El desorden vuelve a tu mente, vuelve a entrar en tus ojos y es palpable a tus manos. Tus oídos escuchan entre sollozos tu arrepentimiento y un último respiro hondo te hace caer junto a los cristales del espejo.
Algo acaricia tu piel dañada, volteas de inmediato antes de que se vaya la luz por completo, y piensas que es tu mamá, tu papá, tu mejor amiga(o), tu enamorada(o), tu ex que no te olvidó, tu Dios, tu artista favorito, tu ángel. Piensas en alguien especial para ti, alguien que crees te quiso, te quiere aún o quieres mucho, pero no. No es ese alguien que imaginaste. Es en quién menos pensaste, es en quien menos has pensado todos tus años de vida, es quién te ha hecho llegar aquí donde estás. No es DIOS, él incluso así no lo pidas está contigo. Es alguien que “tú olvidaste” .
No debió ser egoísta pensando sólo en él, ni majadero, no debió sólo vivir por vivir. Alguien que encerraste en tu Diario día a día, es el que te ha dado fuerzas para mantener tu desorden y vivir fugazmente.
Miras sus ojos, miras sus labios y no le reconoces aún. La luz ayuda a verle el rostro completo y eres tú, nada menos que tú cuando tenías 20 años, dónde empezó todo (tenías dinero, eras agraciado, eras joven, tenías amigos en todo lugar, tenías chicas(os); pleno apogeo ¡Caramba!).Te ves consolándote, mirándote cómo despidiéndote. Tus ojos se ven cansados y lo vas cerrando, poco a poco pierdes el peso de tu cuerpo; piensas que ya no hay más y no te equivocas:No hay más porque decidiste cambiar a último momento.
Como decía esa página de libro santo “Aún no es tarde” no lo entiendes y abres los ojos con miedo y te encuentras tirado en medio de aquellos libros y objetos. Llevas en una mano tu diario en blanco con esas 5 líneas de vida, todo un desorden que te hizo llorar y caer en esta pesadilla ¿Dime que harás ahora?
Nisha
16 años
Marzo 14 del 2009



No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo leíste lo comentas...mejorar no tiene precio.