El encuentro fue impreciso. Entre reclamos que estaban fuera de lugar para ambos. Negabas cada hecho que me obligó a destruir aquel puente de amistad que se iba formando.
Tus ojos ahora sí parecían tener un rumbo, un objetivo, un tema a tratar. Por mi parte fingía prisa para no hacer más larga la conversación. Quería evadirte y seguir con ese plan estratégico al que llamé calma. Eso busqué conseguir y ya parecía funcionar, pues tomé un camino poco seguro para el corazón y el ideal para la razón. Sólo fue eso , ideal.
Mientras te miraba interesado en platicar ¿NO SÉ, DE QUÉ? parecía que esta vez sí tenías tiempo, tiempo que alguna vez nos faltó o no quisiste compartirlo conmigo.
Pensé mucho en ti y cada vez que lo hacía terminaba recordando la última plática y los últimos sucesos; sobre todo ese día que me demostró infaliblemente que para ti no significó nada mi presencia o el haberme conocido no fue suficiente para que amaras la vida.
Me sentí fatal. Espere una explicación y no la diste. Francamente esa explicación no existía, sólo me quedaba aceptar la verdad tal cual.
Insistías, ahora, en salir a comer algo mientras me iba al trabajo o no sé qué te inventé; pero una vez más caí y lo acepté. Entonces tomaste mis manos, me miraste unos segundos quizá y me abrazaste de repente. Yo lo entendí como agradecimiento.
Caminamos por muchos parques cada uno más bonito que el anterior. Me preguntabas sobre cómo estaba, qué había hecho, mis planes y finalmente ¿Ya no me quieres?
Al escucharte, recordé ese juego que siempre hacías y yo caía frecuentemente. No te respondí.
Me disponía a bajar las gradas de aquel lugar encantador e irme a casa o el trabajo cuando en ello me abrazaste por la espalda diciendo: “YO SÍ”.
No supe que decir. Me resistía todavía a otorgarte nuevamente el permiso para dañarme o lo contrario, que era mucho más improbable.
Llegamos hasta un pasaje guiada por ti. Ya conocías ese nuevo lugar lleno de naturaleza. Los rasgos de la ciudad desaparecían poco a poco y con ellos mi posibilidad de regresar a casa. Esa idea o realidad anticipada parecía agradarte y no me soltaste las manos. Decías esas frases que siempre imaginé pero que no te creí capaz de hacer, decir algún día.
Cansada estaba de tu juego mezclado con el del mundo, el que tú llamas sistema.
Aquel instante fue encantador, confiable y tardío pues ya tenía que irme. Sugeriste un camino para llegar más rápido. No sé cómo voltee a verte; y me besaste. El sol desapareció, el pasto se hizo río, los árboles edificios, las flores personas y el permiso que ya ibas firmando en ladrón, muy golpeado y buscado, por las tantas veces que lograste confundirme.
Gozabas con ello mientras yo una vez más armaba este mundo que creí tú conocías y algún día me lo mostrarías como hoy.
Nada había cambiado. Todo fue parte de un sueño. Aquel sueño que no conocerás pero que destruirás inconscientemente.
Desperté y no había más nada que el sonido de la alarma del celular y en las noticias la alerta de tsunami. “Vaya Casualidad”

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo leíste lo comentas...mejorar no tiene precio.