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sábado, diciembre 07, 2013

Promesas

Como siempre he de esperar a que la puerta auxilie mis ansias con tres tocadas, esas que significarán que estás tras ella.

El móvil ya está acostumbrado a que lo observe. Una vez la hora, dos veces la fecha, luego la bandeja mensajeadora. No hay novedades.
Los dos seres que llegaron a mis días me miran compasivamente, es probable que ellos sepan algo que yo no.  Tras una hora tarde comienzan a juguetear tratando de llamar mi atención y distraerme, pero mis manos siguen sosteniendo el aparato, que hoy por hoy, se ha vuelto indispensable para saberte vivo, lleno de promesas.
Elaboro hipótesis para alimentar la esperanza de que pronto tus latidos duerman junto a los míos. ¿Puede la soledad saciarse con promesas? No lo sé, pero te creo y aún confío en tu regreso.

Sentirás como yo que el aire ya no llega a los pulmones y que el agua de mi cuerpo se va haciendo gotas que se atreven a salir por las ventanas que alguna vez deleitaste.
En este momento la aritmética me está tratando sin privilegios. Son ocho años de sentimientos guardados, dos meses de observarte nuevo, siete días de esperar los cambios prometidos con rosas rosas.

Sé que el sueño tuyo no es el mismo al que alimento a diario en aquella caja de recuerdos. Sé también que mi debilidad te ha dado esa confianza para creer en mi eterna espera por ti.


Ahora son dos horas que no hay abrigo que acompañe a mi pecho para seguir de pie y despierta como antes. Soy la misma chica que cree y confía en ti, pero no se siente feliz porque a ella nadie le espera con la misma pasión. Hoy te prometo invertir los minutos que tardas en  conocerme para recoger mi libertad de ese laberinto que tú llamas amor sólo si se está en cuatro estaciones a la vez. 


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