Una mañana más, no iba tarde, llevaba casaca acolchada , pantalón de rayas grises y con el carmín negro para sujetar mi cabello aún mojado tras la ducha alarmante que me di esa madrugada.
Recuerdo que caminaba como siempre; mirando a las pocas personas como saludándolas con la mirada, observando también el camino para no tropezar, acomodaba la larga chalina sobre mi cuello para que el aire tibio de mi cuerpo se quedara conmigo, así iba bien, parecía ir bien (como un día normal)
¿Cómo pasó? ¿En qué lugar?¿Quien más lo sabe? ¿Estás bien? entre otras cuestiones similares bordean mi mente cada día y noche, me pregunto lo mismo intentando hallar la respuesta clara como estas líneas. El sueño me abandona, las pesadillas me recogen ahora más que antes. Se ha revuelto todo señores. Las historias de oscuridad han logrado tocar mi confiado corazón y, si hoy late, es porque alberga la insípida esperanza de que pronto saldrá el arco iris.
Aún hay ventanas empañadas por la lluvia primaveral.
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