Si buscaba respuestas a mis días ácidos,tú los has resuelto benevolentemente.
Ayer por la tarde,la adivina del pueblo me vaticinó mi mayor desgracia: Vivir,estudiar y en todo ser mediocre.Ello me dolió más que la caída del caballo en nuestro último paseo y quizá más que la peor de las ofensas dichas cuando niña.
Me negué a aceptar lo que ella dijo,poniendo en duda su acertividad,aún sabiendo que hasta hoy no se ha equivocado.Todo lo dicho es cumplido sin darle pie a la esperanza.Ella también pronosticó mi soledad lejos de ti y así fue.
Desde entonces he subestimado las enseñanzas impartidas,generé argumentos para para justificar todo el desequilibrio provocado por mi inexperiencia en el manejo emocional.
Logré inmiscuirme en pericias no propias para mi bienestar habitual o el soñado desde antaño.
Tu partida significó la muerte de mi sentir y el desvarío racional.
Siendo consciente me infringía más dolor,penas a llevar sin solucionarlas ni cuestionar siquiera su origen.
Tuve miedo. Ayer tuve pavor por lo de la pitonisa...y ya ahora que trato de comenzar haciendo el borrón y cuenta nueva, pedí una señal demasiado improbable,pero se dio Se dio y nuevamente eres tú el causante de mi alegría inexplicable para el resto.Mi esperanza constante de que todo saldrá bien al final .
Sé que llegará pues la señal sucedió y eso es suficiente para seguir.
Me has hecho recordar la fe que tienes (como nadie lo ha hecho) de mis pasos, en lo que digo y hago . En éste último reconociste mi debilidad y me lo dijiste.
No para dañarme.Lo supe,lo sé y te lo agradezco.
Divinamente hecho,puesto frente a mí y te escuché.
Me asusté,sonreí y seguí el camino fingiendo no verte ni escuchado.
Gracias por estar ahí cuando más te necesito o el mundo parece caer.