Esta tarde has rechazado mi botellón de agua, el plátano isla maduro y sólo llevaste en el estómago un vaso de leche fresca.
Amor, espero no desfallezcas bajo ese renuente sol y las incipientes miradas de tus contendores.
Recuerda, yo confío en ti.
Me quedo con el dolor en la garganta,los pies aún inflamados y las manos abiertas a tu regreso.
De los dos, tú caminas mejor y eres quien mejor semblante le da a la vida. A todos sus días le regalas una sonrisa traviesa, natural o retante.
No es de extrañar que te admire calladamente.
Esa camisa ha de incomodarte en este horario, yo con diminutas prendas en la piel y ya no tolero la calorina de esta estación. Pobre de ti mi corazón, apóyate en la ventana, deja que el aire refresque tus cabellos negros y tu exquisita piel.
No dudes, en tu regreso , tomar el colectivo que te llevará de vuelta a mí, a nuestra casa hoy prestada,propia mañana.
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