Como aquel fluorescente que se prende y se apaga en aquella sala solitaria; así me encuentro ahora. Y trato y digo como explicación, que es el resultado de la más absoluta frialdad y desconcierto que un ser humano que ama, siente y vive cada instante en su caminar puede experimentar. Cuando todo se vuelve más que oscuro convirtiéndose en vacío.
Aquel camino lleno de alegrías se van desmoronando con lágrimas en mis ojos y en los tuyos puestos una nueva conquista. Me pregunto cómo puedes sonreír después de destruir todo un mundo lleno de alegrías, quizá las más genuinas que hayamos podido vivir.
No hay explicación. No halló esa razón que me explique tu proceder tan barato y callejero.
Cada segundo a oscuras representa el reconocimiento de mis sentimientos más intensos, el saber que están ahí suspendidos y a la misma vez próximos a romperse o simplemente dejar de existir.
Eres ajeno a cada chispazo de tristeza en mi mirar y hasta en el tono de mi voz. Tienes el cinismo de aparecer cuando ya no quiero verte, cuando sabes que no me haces bien con ello, cuando sabes lo que siento; y todavía me muestras lo voluble que eres frente a una gama de ofertas y tú te crees el comprador exquisito. Detesto esa actitud y detesto, más aún, que cuando aparezcas no te des cuenta de ello.
Cada vez que se enciende la luz, es ese pequeño segundo que me dice que todo puede mejorar, que quizá haya un nuevo comienzo, que no todo está perdido y un montón de sucesivas cursilerías para no caer en ese abismo llamado olvido.
No me refiero a olvidarme de ti, sino a olvidarme de que algún día yo sentí algo más que amistad por alguien y mucho más fuerte que el tan pronunciado AMOR. De darme cuenta que me ya no soy humana sino el resultado o la creación de tu más absoluta inhumanidad.
Esto no tiene que ver con ser o no ser bueno. Aquellos que son buenos de sentimientos siempre están propensos a ser dañados y lo sé, lo supe siempre y no me importó.
¿Por qué?-Porque aposté por ti. Aposté no por la persona, sino por esa esencia que radica en cada ser humano. Así, no lo merezcamos, tenemos esencia igual a alma.
Puedes renegar de sentir ese sentimiento de culpa de haberte quedado quieto y no detener mí caída al precipicio de la hipocresía. Sí. Sí me empujaste a ello.
Hoy quizá sea la mejor hipócrita del mundo o por lo menos de tu entorno; pero cuando me mires a los ojos, si es que te atreves a hacerlo, te darás cuenta que no fue porque yo quise. Sino porque jugaste como ruleta rusa con mis sentimientos, con aquella primera emoción de saber que eras tú el que me rescataría de esos monstruos psicológicos y lógicos a la vez.
¿Ah? ¿Que no entiendes? -¿No entiendes, qué?
¿Cuándo has entendido algo de verdad? Lo único que sabes es mi nombre.
Te lastimabas y me lastimabas con ello. Tonto, torpe y ciego has sido al sentimiento más sublime que alguien te pueda dar.
Perdiste o yo perdí. A estas alturas, ya no importa. Lo que importa es que no tendrás oportunidad alguna de jugar nuevamente tu juego favorito llamado “TE GUSTO”.
Se acabó, se terminó.
No volverás a saber de aquella jovencita que creyó en ti, en tu posible gran cambio y con gran fe creyó en todos tus proyectos. Ella, que te acompañó callada en tus momentos de tristeza y desconcierto. La que te escuchaba y no pedía ser escuchada. Casi lo olvido, lo pidió un vez, no resultó. No había tiempo y la paciencia tomó aquel bus de ruta más larga demorando en llegar a tu puerta aquel día por la mañana.
La luz no termina de encenderse y mis vestidos han sido rasgados nuevamente. Mi alma ha sido arrebatada con mi consentimiento cegado de dolor. Dolor que tú provocaste.
¿Los sueños? - Los sueños están ahí, pero tienen otro color. Las calles, son eso calles resquebrajadas de dolor de todos los que la transitan. Sin embargo, pocos o nadie la ve.
Muy temprano en la mañana: Todos van aprisa, más lo que no está aprisa son sus pensamientos que siempre se repiten muy pausadamente y muy profunda que los impulsa a una llamada, un mensaje de texto, un comentario, un escrito, el suspirar y finalmente morir. Cuando estás demasiado envuelto en ellos no se miden los peligros a tu alrededor. Te abstrae de esa realidad de casas, casonas, buses, taxis, vendedores, puentes, carteles, ventanas abiertas o cerradas, animales abandonados o no, mendigos, etc. sólo te ves a ti y ellos; lo demás no importa.
Sigue el fluorescente prendiendo mis días de alegrías y apagando cada esperanza de que será mejor el día de mañana. Los sentimientos, están ahí, pero la voluntad de expresarlos se quemaron el mismo día que presionaste conscientemente el ascensor del desvarío y la desconfianza constante .Fue el mismo día que encendiste la alarma de mi inevitable partida.
Hoy, no estoy aquí ,ni dónde lo imaginas.

Muy intenso, y muy directo. Cuando es el fin, es el fin, no hay marcha atrás.
ResponderEliminarEspero haya sido de tu agrado Elvis, tiene esas características del desamor en su etapa final.
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