Escribiéndole a las Piedras

Las ventanas lucen cerradas y cubiertas con humedad que al tocarlas se deshacen en gotas, similares a las lágrimas de la borrasca de junio.

Han pasado las semanas y sigo con el reloj detenido pero siendo consciente de aquel muro irrompible.

Haz de ser feliz ahora con tus motivaciones e inspiración hecha carne; y es que, tu pasión como desamor fueron fuertes.

Hoy estás con los hombros firmes para el paseo a caballo de quien será la luz que guiará tu camino.

Ya no hay mujeres ni doble opción sólo una dulce voz, que por ahora imaginamos, la que te servirá para iniciar la etapa de canas, felicidad natural y perdurable en ti.

Desde aquí, desde las aulas que abandonaste y donde habitan las personas de razas diversas,

donde las condiciones  de trato y economía no giran en torno a una pauta definida o constante,

donde  ya no hay flores, sino sólo pasto...

Desde aquí mismo, estoy deseosa  de que todo fuese un sueño y al final despertar sin saber quién soy y qué siento. Sin embargo, el dueño del cielo no me deja partir y aumenta mis miedos como desaciertos.

Sabe que te recuerdo, que sufro ahora y sabe también que antes fuiste materia de alegría, esperanza, fuerza y destino posible.

No sé por qué me mantiene respirando y mi tentativa a retarlo tras lo sucedido se construye poco a poco.

Voy contribuyendo al final de mis días,

voy alternando mis rezos entre los ángeles y arcángeles Miguel, Gabriel, Samael y Sariel. A ver si alguno estuviese atento y me de el alivio que ya no encuentro hoy.

Si hay algo de lo que estoy segura , es que el corazón debe detener su pulso si vuelvo a cometer un error en los sentimientos otorgados a quien no intuyó el amar, proteger y hacerlo fuerte.

Con la pluma en el papel te irás acomodando a tu nuevo contexto. Ello le agradezco al habitante de arriba.

El mismo que nos creó y juntó, hoy nos ha separado y me destruye como chocolate al fuego.

Voy perdiendo las formas y el dulce mío se va haciendo amargo cada día.